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Morir es renunciar a lo que sobra para renacer al ser lo que realmente somos.
A veces vivimos como si no fuéramos a morir, como si el sentido de la existencia fuera sólo la búsqueda de placer, de complacer al ego y llenar todos los vacíos.
Cuando nuestro fin es sólo complacer nuestros sentidos, la vida se torna sin sentido.

Siempre necesitando más. Algo más, un poco más. Todavía no tengo suficiente. Y es una búsqueda sin fin que nunca termina.
Vivimos como si el único sentido de la vida fuera el falso poder de sentir que soy «alguien». Pero ya eres alguien, desde que naciste eres un humano inigualable.

Siempre me ha gustado la profundidad de esta frase: «Puede que para el mundo seas alguien, pero para alguien eres el mundo» (esas personas y animalitos que te quieren tal como eres, con tu luz y tu sombra).

Todos hemos venido a aprender.
Todos hemos venido a abrir el corazón.
Todos hemos venido a brillar. Brillar es ser quién eres. El verdadero éxito es ser auténtico, genuino, es ser lo que eres.
Muriendo lo que no eres.

Lleva a tu cotidiano «la muerte», tenla presente. Cada día está muriendo algo en nuestra vida diaria: se va el sol, finaliza el día, termina un encuentro con un amigo, terminas de comer…. Así, te preparas para la muerte, sin tenerle miedo, sin negarla. El cambio es lo único permanente, como dijo Heráclito.